El término resistencia civil, junto con el término "resistencia noviolenta",
son utilizados para describir acciones políticas que se basan en el uso
de métodos noviolentos por parte de grupos de civiles para desafiar a
un poder, fuerza, política o régimen en particular.1 La resistencia civil opera mediante el llamado y desafío al adversario, mediante la presión y la coerción
noviolenta (presión psicológica y simbólica): involucrando acciones
sistemáticas para debilitar las fuentes de poder del adversario para
obligarle a negociar o retirarse del poder político. Entre las formas de
acción se encuentran la inmensa mayoría de los métodos descritos por
Gene Sharp: persuasión y protesta (discursos, entierros simbólicos,
demostraciones, vigilias y peticiones); múltiples formas de
no-cooperación política, económica y social (huelgas, boicots,
trabajo lento, desobediencia social-simbólica, presión sobre
funcionarios, hostigamiento a políticos, etc.), así como formas de
acción o intervención directas noviolentas (huelga de hambre, crear
medios alternativos de transporte, obstrucción a las autoridades,
juicios públicos a las autoridades, creación de instituciones paralelas y
alternativas, jiu-jitsu moral y político, desobediencia civil y
gobierno paralelo, entre otras). Las motivaciones de los movimientos de
resistencia civil se relacionan con la relación entre
ciudadanía-Estados, entre razón ciudadana y razón de estado, con el
desarrollo o la falta de libertades y derechos en una sociedad. Esta
resistencia civil de masas puede interpretarse y usarse en un sentido
mecanicista, como parte de un juego de poderes y contrapoderes entre
ciudadanía e instituciones (más o menos carentes de legitimidad
democrática) para ampliar o consolidar espacios de libertad y derechos
muy concretos (defensa de lo público, del estado del bienestar, de los
derechos humanos, etc.), o de manera más ética como defensa de valores
humanos imprescriptibles y derechos inalienables que los resistentes
identifican con sus movilizaciones noviolentas como parte de un acervo
cultural de los principios de la noviolencia (ahimsa, humanizar a la
humanidad, derechos humanos, dignidad de los pueblos), en este último
sentido la resistencia civil se acercaría y se identificaría con la
forma de lucha satyagraha de Gandhi, no sólo instrumentos de lucha sino
convencimiento ético, capacidad transformadora de los conflictos
(conversión) y apuesta por una lucha constructiva y emancipadora de lo
humano. Aunque ha habido muchísimos casos de resistencia civil a lo
largo de la historia, tenemos más conocimiento y más estudios sobre la
edad contemporánea, tanto en contra de gobernantes
tiránicos-dictatoriales (Filipinas, Sudáfrica, Myanmar, Serbia, etc.),
como contra regímenes coloniales (India, Argelia, etc.), como gobiernos
con sistemas democráticos (lucha de la minoría negra en Estados Unidos
de Norteamérica, luchas en Irlanda del Norte, Mayo de 1968 en Europa,
etc.).2
El fenómeno de resistencia civil a menudo se encuentra asociado con
avances parciales o reajustes dentro de los sistemas de democracia.3
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